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Hacía tiempo que las palomas renegridas no flameaban
sus alas en mi tenue horizonte.
La vida hoy diagnostica un mañana irresoluto.
Parece que el creer en los sueños acabó
con los cielos y las estrellas.
Camino pisando los rastrojos y sus migajas.
Tal vez alguien extrañe mis poemas suicidas
pero este dolor en el alma agoniza lentamente
como fuego desterrado del agua,
como lágrimas invisibles en ojos desiertos,
como puentes habitando las paredes de la nada.
Mis manos dibujan las líneas un futuro reciente.
Se escapa la tristeza, la soledad, el desconcierto
forman solemnidades.
Y la palma enmudece atiborrada por los laureles
en que dormité creyendo ser alguien.
Hoy este poema decide morir,
entregarse a los brazos del Dios invisible,
postergado.
... Rompe- Cabezas...
En la inmortalidad o en las cenizas juntaré
cada fragmento de mi fatal e inútil existencia...

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